Las pequeñas dosis. Para
que una transformación se extienda todo lo posible y llegue hasta lo más
profundo, hay que administrar el remedio en pequeñas dosis, pero
ininterrumpidamente, a lo largo de un amplio período de tiempo. ¿Qué cosa que
sea realmente grande puede crearse de un golpe? Nos guardaremos mucho de
cambiar, precipitada y violentamente, las condiciones morales a las que estamos
acostumbrados, ante una nueva valoración de las cosas; por el contrario, deseamos
seguir viviendo así mucho tiempo, hasta que advirtamos —quizá muy tarde— que la
nueva valoración ha acabado siendo dominante en nosotros, y que las pequeñas
dosis, a las que nos tenemos que acostumbrar a partir de ese momento, han producido
en nosotros una segunda naturaleza. De esta forma, empezamos a darnos cuenta de
que el instinto definitivo de llevar a cabo un gran cambio en las valoraciones
relativas a las cuestiones políticas —esto es, la gran revolución— no fue más
que una patética y sangrienta charlatanería, que, en virtud de crisis
repentinas, supo inculcar en la crédula Europa la esperanza de una curación
súbita, lo cual ha hecho que todos los enfermos políticos se vuelvan
impacientes y peligrosos.
Nietzsche, Aurora, aforismo 534.
En mi pequeña aportación a este aforismo de Nietzsche diré: ¿Qué otra cosa es el psicoanálisis sino un remedio administrado en pequeñas dosis, pero ininterrumpidamente, a lo largo de un amplio periodo de tiempo? De lo que no hay duda es de que produce en nosotros una segunda naturaleza...
Fernando Reyes
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