viernes, 12 de febrero de 2021

Escribir, hablar, psicoanalizarse

 Escribir, hablar, psicoanalizarse. Se me ha ocurrido este título, a propósito de que cuando se está pasando por un mal momento, se encuentra un gran alivio en la escritura. Algunos escritores dicen que se escribe mejor si se está en conflicto. Yo no lo sé, no soy escritor. Me hubiese gustado, pero una vez entregué un manuscrito a un amigo editor y me dijo "esto así no se puede publicar, hay talleres de escritura creativa, te puedes apuntar a uno y así aprendes a escribir". Iluso de mi, pensaba que ya sabía. A partir de entonces, se me quitó de la cabeza la idea de escribir para que alguien me publicara.

En otra ocasión, asistí a una pequeña charla que vino a dar a Pamplona es escritor Luis García Montero, para presentar un libro que publicaba en ese momento, me acerqué a saludarle y le comenté algo a propósito de mi afición a la escritura y me dijo, "cuando escribas, intenta que no está presente nada de lo personal", lo que ya me dejó totalmente fuera de combate.

La intención de esta entrada, no es hablar de la escritura, al menos de lo que se entiende por escritura, cuando se trata de encarar la elaboración de un ensayo o de una novela, pero entonces ¿De qué se trata?

Me he atrevido a plantear la hipótesis de que psicoanalizarse es algo así como escribir, pero escribir de otro modo, una escritura que no sea para publicar. No es original, como casi nada de lo que se piensa, muchos  psicoanalistas lo han dicho ya.

Un psicoanalista amigo, dice que el hecho de recostarse en el diván y "hablar" es hacer público un texto que va a quedar en el anonimato. En el anonimato del practicable del psicoanalista, como lo llama él.

Ese texto que publicamos, sesión tras sesión, adquiere un valor incalculable. Es un valor que se puede cifrar en las transformaciones que se producen en el sujeto que se analiza. Se tiende a pensar que cuando se va al psicoanalista es para que él nos analice... usted me dirá, usted me hará las interpretaciones oportunas. Y no. La labor del psicoanalista consiste en callarse (en cuanto sujeto que sabe lo que al otro le pasa) y acompañar a este analizante en este proceso de llegar a convertirse en su propio maestro. Quienes pasan por el diván lo saben.

Este tiempo de pandemia, nunca antes vivido, ha trastocado muchas cosas y está a punto de dar al traste con nuestra economía, y con nuestro ánimo. Estamos todos tratando de sacar fuerzas de flaqueza. La esperanza está puesta en la vacuna, ojalá que esta sea la solución y podamos volver a recuperar el espacio público sin miedo y volver a vernos de nuevo las caras. Mientras tanto hacemos lo que podemos, nos hablamos a través de videoconferencias, que no está mal. pero mucho mejor el cara a cara. Y también nos recostamos en el diván, cuando se puede aunque ahora, con las videoconferencias, tenemos que imaginarnos que el diván está presente. lo que representa el diván es justamente el protagonismo del analizante y la desaparición del psicoanalista como sujeto, en la medida de lo posible.

Sigamos escribiendo, sigamos hablando y sigamos por tanto analizándonos, para salir de este confinamiento anímico. 

Dedico estas pequeñas reflexiones a las integrantes del grupo de estudio de psicoanálisis, para que pronto podamos volver a juntarnos en persona y no tengamos que hacer los encuentros por videoconferencia. Para Paula, Judith, Natalia y Marian.

Fernando Reyes